Antes de degustar el café es importante saber apreciar su olor, ya que éste es uno de los condicionantes del gusto. Basándonos en este producto, debemos centrarnos en atender las siguientes particularidades.
En todos los cafés encontramos la suma de los cuatro sabores básicos detectados por el órgano que los percibe: dulce, salado, ácido, amargo. Contrariamente a lo que solemos pensar, el hecho que un café tenga acidez no repercute negativamente en su resultado final, sino todo lo contrario ya que esta particularidad es, precisamente, la expresión de su viveza y personalidad marcada.
El cuerpo del café, sensación causada por la densidad de la bebida, es esencial para valorar una taza de café. Así, podemos decir que un café es grueso o mantecoso, liso y delgado, o acuoso en función de su mayor o menor contenido en grasas y aceites.
Junto con el te, el café es la bebida estimulante más consumida en el mundo. Además de su efecto más popularmente conocido (energético/vigorizador), este alimento contiene importantes principios activos como son las sales minerales (potasio, sodio, calcio, magnesio) que activan su acción diurética, ácidos orgánicos y vitaminas (B1,- B2, B3, B5 y B6), entre otros.
El cafeto (coffea) es la planta que produce como fruto el café. Su origen se sitúa en el continente de África, aunque encontramos el nacimiento de las dos especies de estos arbustos en regiones diferentes. La coffea arábica, que se cultiva des de un período más antiguo, fue hallada en Abisinia (Etiopía), mientras que la coffea canephora o robusta hay que ubicarla en el antiguo Congo Belga (República Democrática del Congo).
Cada cafeto puede vivir hasta los 50 años, aunque su ciclo productivo no se inicia hasta el segundo o tercero. Una vez alcanzada esta edad, la floración anual de cada arbusto suele alcanzar alrededor de unas 30.000 flores que dan lugar a las cerezas o drupa, nombres con los que se denomina al fruto de esta planta. Una vez extraídos los granos de café de su interior, uno puede diferenciar la especie de la planta en función del color del grano del café. Así, el arábica tiende a presentar un color verdoso, mientras que el de robusta es grisáceo.